viernes, 16 de diciembre de 2011

Frio como el Invierno, duro como el hielo (segunda parte)

 Estaba tirado en el suelo, me levanté y a la vez que me ponía la ropa que me dieron, miraba la celda, lentamente. Paredes pintadas de color gris desgastado.. Podía oír gritos de otras salas lejanas, en forma de eco.. No podía creer lo que estaba viviendo. ¿Cómo es posible que me capturasen? Cómo es posible que me vieran?
Me senté en aquella cama tan desgastada.. Casi prefería el suelo.
Me estiré con cuidado, aun me dolía mucho la espalda recién cosida, miraba el techo, escuchando aun los gritos de desesperación..  Necesitaba salir, pero sabía que era imposible, estaba atrapado, no tenía miedo, pero la impotencia no me la quitaba nadie, impotencia de Salir y ayudar, pues ese era mi trabajo.
Pasaron unas cinco horas desde que me estiré, oía varios pasos acercándose a la celda, eran los dos militares de antes…
-TU! Levántate, vamos a jugar un rato.- Me dijo uno mientras masticaba un chicle.
Me cogieron entre los dos, apenas podía caminar, y menos a sus pasos, iban demasiado deprisa, el dolor de espalda me mataba más en ese momento que anteriormente. Me metieron en otra sala, de color amarilla, desgastada también, me tiraron al suelo y empezaron a darme patadas sin parar. En el estómago, en el pecho, en la cara… 
AL cabo del rato, vino otro hombre a la sala, cerrando la puerta con llave, vino a mi, me levantó y me golpeó en la cara con un puño americano. Caí al suelo, retorciéndome de dolor por todo el cuerpo.. La espalda comenzó a sangrarme, la cara llena de cortes y moratones.
-Eres resistente, pero no lo suficiente, me pregunto hasta donde llegará la resistencia de un angel… -me dijo el soldado.
Escupí sangre al momento, le miré a la cara y le dije..
Si eres capaz de soportar los llantos del mundo durante toda la eternidad y procurar que el mundo sea mejor, podrás aguantar cualquier cosa.
El soldado empezó a reírse.. me ataron con una cuerda entre los otros dos, quedándome elevado del suelo y siguieron golpeándome sin parar.
-Basta!- dijo el soldado.-lo matareis si seguís así, le necesitamos vivo para el siguiente interrogatorio con el jefe.
Me desataron y me llevaron a la celda de antes.. la misma celda gris, triste y sin salida. Corrieron las rejas con un gran golpe, y poco después, cerraron la luz quedándome totalmente a oscuras..
Hacía mucho frio, apenas podía moverme, estaba mareado, por un momento olvidé que estaba allí. Tocando el suelo, me arrastré hasta la cama, me logré estirar mirando al techo, a la oscuridad plena y esos malditos gritos, en mi mente cada dos por tres…

Continuará…

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